Hoy se realizará una vigilia por el cumpleaños de Atahualpa Yupanqui (1908-1992) en la Estación del Ferrocarril de Agustín Roca, desde las 21.30.
En la organización está el Centro Atahualpa Yupanqui, recientemente formado, a cargo de un grupo de gente que encabeza Leonor Palma, quien también es curadora del museo que lleva el nombre del artista. En Agustín Roca están trabajando para rescatar y difundir la obra del destacado artista a nivel internacional, con un museo en esa localidad, donde funciona la Estación de Ferrocarril, lugar en el que trabajó el padre de Don Ata.
Según lo trascendido hasta el momento, en la víspera del cumpleaños de Don Atahualpa se hará un fogón a la canasta, actuará Daniel Ferreyra, entre otros artistas, y habrá venta de empanadas, tortas y bebidas.
Mañana, 31 de enero se conmemorarán 116 años del nacimiento de Don Ata. Considerado el músico argentino más importante en la historia del folklore, su paso a la inmortalidad lo hizo todavía más grande.
El cantautor, de una personalidad artística única, continúa siendo un faro para el género a tres décadas años de su ausencia. Nacido en un campo de Pergamino, su música abrazó acentos regionales que desbordaron a la zona pampeana.
Con la guitarra sin adornos y la poesía en un estado de salvaje belleza, Yupanqui retrató profundamente su hábitat en unas 1.200 composiciones y media docena de libros donde aborda la insignificancia del hombre ante el vasto mundo, el paso del tiempo, y la acechanza de la soledad.
Cabe mencionar que los orígenes de Héctor Roberto Chavero -tal el verdadero nombre de Atahualpa- fueron en Juan de la Peña, partido de Pergamino, donde nació y vivió sus primeros años. También en Junín, donde estudió en el Colegio Nacional e hizo sus primeras experiencias laborales como adolescente en una escribanía.
Atahualpa y Moisés
Año 1923, el entonces adolescente Héctor Roberto Chavero, al regresar con su madre de Tafí Viejo, Tucumán, a La Pampa de su niñez luego del fallecimiento de su padre, se radicó en Junín a poca distancia de su Pergamino natal, donde conoció y entabló amistad con otro adolescente de su misma edad, Moisés Lebensohn, que al poco tiempo se convertiría en el formidable ideólogo y orador de la UCR., a través de la corriente de pensamiento denominada Intransigencia y Renovación, y cuyo pensamiento se plasmara en la “Declaración de Avellaneda”, de abril de 1945.
La empatía nacida de la fina sensibilidad y agudeza intelectual de los adolescentes posibilitó que se forjara una larga amistad que concluyó con el prematuro fallecimiento del Tribuno Radical en el año 1953, cuando apenas contaba con 45 años.
Es probable que en el cultivo de esa amistad ambos jóvenes fueron forjando el andamiaje estructural de sus respectivos pensamientos.
Uno, como poeta de alto vuelo, encaminado a afianzar los cimientos de una verdadera y auténtica cultura nacional originada en la fuerza telúrica del viento de La Pampa, en las coplas y leyendas populares, captada por los sones de la guitarra criolla y de la potencia lírica de nuestros poetas, trocada en cantos repetidos a través de nuestras ancestrales tradiciones orales por el payador, el paisano y el gaucho, y transmitida de fogón en fogón en la inmensidad de La Pampa, o que brotaba en las quebradas y en los caminos del indio del noroeste argentino.
El otro, en tanto profundo pensador e ideólogo político, nutrido del coraje y de la enaltecedora tradición de Alem y de Yrigoyen, buscaba sentar las bases de una nueva cultura política nacional fundada en las mejores tradiciones históricas y elaboración doctrinaria de los principios dinámicos que debían sustentar la acción de la U.C.R. y de sus dirigentes para lograr la adhesión racional y no meramente emocional de una sociedad que ya se barruntaba multiforme y cambiante, en el marco de una verdadera república democrática.
Dos grandes figuras de la cultura, el artista de Pergamino y el gran orador e ideólogo de Junín, no solo coincidieron en el espacio y en el tiempo en las tensiones de sus arcos vitales, sino que cada uno de ellos contribuyó desde sus diferentes atalayas a mejorar y perfeccionar la cultura en un sentido auténticamente nacional.
Un museo en Pergamino
En octubre del año pasado, se inauguró su museo en tierras pergaminenses en la casa de J. A. de la Peña en la que vivió durante los primeros años de su infancia La vivienda en la que creció el autor de "Los ejes de mi carreta", que es de dominio ferroviario, presentaba un estado de deterioro considerable aunque su estructura está en buen estado, y es por esta razón allí se abrió un espacio dedicado a la obra del músico y poeta, al igual de lo que sucedió con la casa natal de otro hijo pródigo del Partido, Arturo Illia.